Federico García Lorca
*** Copla del día: Los cuatro muleros de Estrella Morente ***
Federico García Lorca consigue conmigo algo muy difícil, que es emocionarme siempre. Con ese lenguaje directo y visceral pero delicadamente musical al tiempo.
Recuerdo que leí el Romancero Gitano muy pequeña, quizás tenía 7 u 8 años. Y me sorprendió tanto que unas pocas letras juntas pudiesen contar tantas historias, que aún hoy me dura el abatimiento.
Esta noche ha venido el niño, y me ha pedido que le leyese algo... Y el Romance de la luna, luna me ha sonado a nuevo. Luego El Romance Sonámbulo, más tarde El Prendimiento de Antoñito el Camborio en el camino de Sevilla y La Muerte de Antoñito el Camborio y he terminado con La casada infiel; que es de mis poemas preferidos, porque es tan íntimo y está escrito con tanto amor, que enternece.
Y me acabo de dar cuenta que nunca había leído a Lorca para nadie. Y ha sido precioso...
La casada infiel
Y que yo me la llevé al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.
Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua
me sonaba en el oído,
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.
Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo el cinturón con revólver.
Ella sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena
yo me la llevé del río.
Con el aire se batían
las espadas de los lirios.
Me porté como quién soy.
Como un gitano legítimo.
La regalé un costurero
grande, de raso pajizo.
Y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.
Federico García Lorca consigue conmigo algo muy difícil, que es emocionarme siempre. Con ese lenguaje directo y visceral pero delicadamente musical al tiempo.
Recuerdo que leí el Romancero Gitano muy pequeña, quizás tenía 7 u 8 años. Y me sorprendió tanto que unas pocas letras juntas pudiesen contar tantas historias, que aún hoy me dura el abatimiento.
Esta noche ha venido el niño, y me ha pedido que le leyese algo... Y el Romance de la luna, luna me ha sonado a nuevo. Luego El Romance Sonámbulo, más tarde El Prendimiento de Antoñito el Camborio en el camino de Sevilla y La Muerte de Antoñito el Camborio y he terminado con La casada infiel; que es de mis poemas preferidos, porque es tan íntimo y está escrito con tanto amor, que enternece.
Y me acabo de dar cuenta que nunca había leído a Lorca para nadie. Y ha sido precioso...
La casada infiel
Y que yo me la llevé al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.
Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua
me sonaba en el oído,
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.
Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo el cinturón con revólver.
Ella sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena
yo me la llevé del río.
Con el aire se batían
las espadas de los lirios.
Me porté como quién soy.
Como un gitano legítimo.
La regalé un costurero
grande, de raso pajizo.
Y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.
4 comentarios
Jordan Spizikes -
Daniela -
FERNANDO NERÚ -
Mañana publicare un romance dedicado a Él.
Espero que visiten mi casa.
Atte Fernando Nerú.
angel -
Saludos...