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¡Qué tristeza espiritual!

¡Qué tristeza espiritual! Uno de los mejores momentos del día es cuando estoy tan cansada, que el mundo me importa un carajo.

Entonces me preparo un café, recorto el crucigrama del periódico que me tiene enviciada, me subo a mi habitación, pongo a Camarón de fondo y con un cigarrillo siempre fiel, cojo el lápiz y me cabreo encantada porque nunca se me han dado bien los números.

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